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El guitarrista riojano que se proyectó hacia el mundo

Si hay un apellido vinculado a cultura riojana que trascendió fronteras internacionales, sin duda que ese es el apellido Moyano. En principio fue el gran novelista Daniel Moyano, riojano por adopción, quién falleció en su exilio español siendo muy respetado por los lectores y críticos de ese país, y de otros países europeos y latinoamericanos. Y esa trascendencia continúa hasta el día de hoy con su hijo Ricardo Moyano, eximio guitarrista que fusiona en sus interpretaciones o creaciones la música académica (que por desconocimiento solemos llamar música clásica) con  ritmos del folklore latinoamericano y también de la música turca. Ricardo nació en La Rioja en 1961 y se radicó en España en 1976  siendo un adolescente, acompañando a sus padres y hermana menor que se fueron allí exiliados. Muchos años después, siendo un consumado músico, vivió en Francia durante siete años, y actualmente se encuentra  radicado en la milenaria ciudad turca de Estambul, donde dicta clases universitarias mientras se dedica a componer, arreglar y grabar obras musicales. Tiene más de 25 discos editados como solista, con orquestas de guitarra o en dúo con notables representantes del folklore y tango argentinos como Juan Falú, Jorge Cumbo o el Tata Cedrón. Su último trabajo discográfico fue grabado en vivo en Japón en 2016. En esta entrevista realizada vía internet, nos narró una parte de su notable  trayectoria.

Por Pablo Esteban Gatíca

¿Ricardo, cuales son los mejores  recuerdos de tu niñez y adolescencia transcurridas en La Rioja, de que anécdotas, lugares  o personas de La Rioja te gusta acordarte?

Bueno, por supuesto sabrás, como dicen, que el único paraíso posible es la infancia, lo demás es una cagada, y si no es una cagada total, lo es muy parcialmente. El mejor recuerdo para mí en La Rioja, es haber tenido una infancia donde la escuela solo duraba cuatro horas por día. Luego pude constatar al llegar a España que en cualquier país europeo son como setenta horas por día, entonces los niños y adolescentes, no tienen tiempo de ser niños ni adolescentes. Yo tuve esa suerte en La Rioja, entonces eso me permitía mucho tiempo para leer, para estar con los amigos, para subir al cerro. Y obviamente me acuerdo de los amigos de mi infancia; afortunadamente con casi todos ellos he podido seguir manteniendo una relación de contacto a través de las cartas, del teléfono y después de internet. Si querés nombres, te diría Luis Chazarreta, o José Adolfo, Osvaldo y Maricel Paredes (N. de R : hijos del poeta José Paredes y la directora teatral Olga Paredes) Ariel, Leonardo y Adriana Viñals, eran mis íntimos amigos de la infancia. Me gusta acordarme de esa Rioja linda que viví, porque cuando uno es niño es inocente, no sabe todas las porquerías que hay a la vuelta.

En el año 1976 tuviste que marchar al exilio en España, acompañando a tus padres. Además de lo duro que puede ser dejar atrás tu tierra, tus amigos y familiares ¿Fue difícil, para vos que sos artista, adaptarte a una nueva cultura, y quizás a una nueva forma de escuchar  la música, en España?

Mirá, lo más difícil de todo para mí, era que la escuela, es decir el bachillerato, para concurrir yo me levantaba a las siete de la mañana y volvía a las siete de la tarde. A veces no volvía, porque de ahí me iba directo al conservatorio al turno noche, volvía a las diez de la noche; para hacer una montaña de deberes de latín, matemática, historia, de religión. Lo difícil no fue adaptarse a una nueva cultura, si no adaptarse a esa cárcel que era la enseñanza española, eso fue lo más difícil. Me seguía escribiendo, como te contaba, con mis amigos de allá, Mónica Romanazzi, Violeta Aciar también….Luis Chazarreta me mandaba casettes con música. Fue duro, pero no por adaptarse al país, porque en realidad nunca nos adaptamos. Mi madre y mi hermana no, pero mi padre y yo teníamos de alguna manera un rechazo hacia España, que le vamos a hacer… La cultura de España es muy distinta a la nuestra, nada que ver. Si en cambio puedo subrayar, al llevar dos o tres años viviendo en España, leer el Quijote para mí fue una maravilla; porque así podía yo escuchar el castellano que está escrito ahí. No es lo mismo para un argentino que nunca fue a España leer el Quijote, que para alguien que vivió o estuvo allí. Hay muchas cosas que son muy dignas de apreciar, esos niveles de lenguaje como el vizcaíno que construye mal las palabras. El leísmo, el laísmo, y todo eso.

Tu primera grabación en disco, ocurrió en 1982 con la Orquesta de Cámara de Guitarras de Madrid. Me gustaría nos cuentes un poco de esa experiencia, ya que, supongo, habrá sido un logro enorme, para un joven que además no era español, llegar a formar parte de esa orquesta.

La feliz experiencia de esa orquesta, cuando yo tenía 21 años,  fue una iniciativa de Jorge Cardoso, que es un guitarrista de Misiones radicado en España desde 1976 creo. Toti Yudicello, la esposa de Jorge, tenía un pariente escritor, Norberto Romero, y quería conocerlo a mi papá. A través de ese contacto, con el cual después nos hicimos amigos – Norberto es un súper buen escritor- conocí a Jorge. Este último quería hacer una orquesta de guitarras porque había sido invitado a Japón, y ahí se enteró de la existencia de orquestas de guitarras, Japón fue el primer país en el mundo en tener ese tipo de orquesta. Entonces volvió a Madrid con la idea de hacer una. Y habló y contactó con guitarristas famosos, y lo sacaron cagando. “Nosotros somos solistas, no vamos a perder tiempo tocando en grupo” le contestaban. Entonces Jorge decidió formar una orquesta con sus alumnos y alumnos del conservatorio más o menos adelantados, y con argentinos exiliados que no se dedicaban a tocar la guitarra pero para quienes la música era una forma de volver a la vida. Había dos o tres que habían estado en las horribles torturas, entonces ellos tocaban un poquito. Los que tocábamos más nos sentábamos y le tocábamos a ellos de oreja las partituras, y era una experiencia humana muy linda. Ensayábamos todos los lunes, desde las seis de la tarde hasta la medianoche. Fue una hermosa experiencia musical, dimos muchos conciertos en España y en Francia. Aprendí mucho en esa orquesta. Tocábamos música de todo tipo, es decir barroca, clásica, romántica, y más contemporánea también. Mendelssohn, Haendel, Bach, Vivaldi. En la segunda parte hacíamos música sudamericana. En la orquesta además se tocaba además el cuatro venezolano, tiple colombiano, charango, guitarrón mejicano, etc. Después la orquesta se desbandó porque éramos muchos integrantes, y sin apoyo estatal y sin conciertos, se hacía muy difícil. Además ya fuimos creciendo y cada uno siguió por su lado.

Tu estilo de interpretación guitarrística, tus composiciones y arreglos, mixturan la música académica (clásica) con distintos ritmos de folklore latinoamericano. De hecho grabaste discos con destacados intérpretes de folklore o tango argentino. ¿Esa fusión es algo que tuviste en mente desde que eras adolescente, cuando te fuiste de argentina, o fue un camino que fuiste encontrando con el tiempo?

Todo en la vida es producto del más puro azar. Creo que fue John Lennon el que dijo que la vida es todo eso que te sucede mientras uno planifica hacer otras cosas. Yo no lo planifiqué, para nada. En España estudie con Javier Hinojosa, un gran maestro mejicano que vivía en Francia, yo me interesé por la música barroca, más que por la música del periodo clásico. Y como mi héroe y Dios era Eduardo Falú, intentaba tocar cosas de él. Luego me di cuenta que tocando solo música barroca, lo único que conseguía era cerrarme las puertas, porque  que nosotros éramos los únicos que la tocábamos así, además del maestro Javier, de Jorge Cardoso y de otro gran músico llamado Marco Meloni. Nosotros éramos los únicos heroicos subnormales  que insistíamos en seguir tocando barroco, no clásico. La guitarra barroca es la que llevaron los conquistadores desde España, así que nuestra manera de tocar, es heredera directa de aquella música, con rasguidos, con ornamentos, con “glosas”. En Europa la música clásica siguió por otros derroteros, y se olvidaron de esa manera de tocar, nosotros lo tocamos no solo en la guitarra, si no en cualquier elemento popular. Yo seguí tocando barroco en mi casa los domingos, para las cuatro paredes de mi casa. Y luego, lo de tocar junto a destacados intérpretes del folklore argentino fue pura casualidad. Por nombrar alguno, Juan Falú fue a Madrid y como era amigo de Jorge Cardoso, lo conocí a través de él. Luego me mudé a vivir a Francia, y Juan, que viajaba allí para dar conciertos, me venía a visitar a mi casa. Curiosamente ayer recuperé la primera grabación que hicimos en 1992, que estaba perdida, y ahora la voy a digitalizar. Conocí al Tata Cedrón en Francia y me invitó a formar parte de su grupo porque se habían ido el bandoneonista y el chelista, y allí hicimos un proyecto, donde también estaba Luis Rigou en la flauta,  que duró muchos años. Luego apareció Raulito Barboza, que se fue a París y andaba buscando guitarrista, y aparecí yo. El me enseño a tocar rasguido de chamamé; yo no sé tocar eso, hacía lo que podía, hasta que afortunadamente aparecieron por París Rudi y Niní Flores y pudo tener un guitarrista como la gente, ja ja.  Todo fue fruto de la casualidad, nunca tuve nada en mente, porque no soy una persona ambiciosa. Yo solo quería aprender a tocar la guitarra, y aprendí a tocarla, ya está, no tuve ninguna otra ambición

Actualmente estas radicado en la ciudad de Estambul, en Turquía, donde dictas clases en una universidad. También incorporaste piezas de música turca para interpretar en tus conciertos. ¿Te fue difícil incorporar esa música en tu vida, teniendo en cuenta que la música turca, al igual que otras como la griega o las de medio y lejano oriente, tienen un sistema armónico o melódico muy distinto al de la mayoría de las músicas europeas y latinas?

Si y no, porque yo nunca dejé de incorporar la música que a mí me gustaba. Es decir, las músicas turcas que a mí me gustaban, comencé a intentarlas en la guitarra, a ver que podía yo hacer, y bueno, lo que pude, lo sigo haciendo. Por ejemplo ahora estoy grabando un nuevo disco, donde hay también cuatro temas griegos. Sí, los sistemas armónicos y melódicos son diferentes, pero yo siempre he sido curioso. Mi curiosidad por otras músicas comenzó al llegar a París, porque en allí hay bibliotecas musicales, entonces te podías llevar montañas de discos, casettes, videos, lo que quieras, para escuchar. Y así fue como empecé a interesarme en músicas tradicionales de muchos países del mundo. Entonces al vivir acá, uno más o menos se adapta. Y si tocás con músicos turcos, entonces tenés que tocar algo de música turca también. Si las melodías están en ritmo de 4×4 entonces hago milonga o zamba, si están en ritmo de 3×4, entonces toco una chacarera, aunque el tema sea de Azerbaiyán, o de donde sea ja ja. Y bueno, a los músicos turcos de mente abierta les gusta,  los músicos turcos de mente cerrada me mandan a cagar y con ellos no trabajo más, y chau, ja ja.

Siguiendo un poco con la pregunta anterior ¿Cómo son tus experiencias de dar clases en Estambul, que tan difícil te fue adaptarte, teniendo en cuenta que no solo la música, si no también el idioma y quizás la idiosincrasia son muy distintas a las nuestras?

Yo comencé dando clases aquí en una Universidad del Estado. Estaba muy contento, hasta que el gobierno empezó a mandar sus interventores; que no venían con una espada en el cinto pero, mucho peor que eso, venían con sus policías, los normales, los secretos, los privados, todo tipo de policías. Entonces, en los pasillos, en vez de ver violines o flautas, se veían ametralladoras y pistolas, gentuza con trajes y anteojos negros, todo muy feo. Así que me fui de ahí, me quedé sin laburo un año. Afortunadamente luego pude entrar en el conservatorio nacional, que es el lugar que me correspondía desde hacía rato, pero era muy difícil entrar, así que estoy muy contento, es el conservatorio más serio de acá. Y sobre la idiosincrasia, en realidad la idiosincrasia distinta a la nuestra es la española, que no tiene nada que ver con la argentina. El turco es como un argentino, por eso yo aquí me siento como en casa. Los turcos son muy parecidos a los argentinos en todo sentido. Y el idioma se aprende. Aunque lo hables mal, con errores como lo hablo yo, siempre te dan ánimos, te dicen “Que bien que hablás”, nunca te dicen “No le entiendo”; como te dicen en Francia los franceses si no pronuncias perfecto. Así que no fue difícil adaptarme a la idiosincrasia, porque desde que llegué, sentí que este era mi lugar. Y acerca de mis alumnos, yo prefiero tener a los principiantes, no a los que ya tocan, porque esos ya son casos perdidos, aprendieron de una manera y ya no la van a modificar. En cambio uno que recién empieza, yo lo puedo modelar a mi manera y eso me pone muy contento, porque le enseño a ser músico, no a que cumpla un programa donde tienen que tocar esto o lo otro.

Grabaste un disco con el músico italiano Carlo Domeniconi, inspirado en la novela “El Trino del Diablo” de tu padre, el gran escritor Daniel Moyano, que además también fue músico, intérprete de violín. ¿Cómo fue el vínculo con tu padre desde lo artístico, sentís que de alguna manera pudo haber influido en vos?

Carlo Domeniconi es mi amigo, es como mi hermano. Cuando se hizo la traducción al italiano de El Trino del Diablo, él había venido a tocar aquí con un amigo contrabajista con quien yo también toco, Yaz Baltacigil, (tocamos en trio muchos años con él y un percusionista) Yo le regalé una fotocopia el libro a Carlo; cada vez que nos juntábamos con él nos sentábamos a tocar  e improvisábamos. Por ejemplo pensando “como sería un boliviano en Nueva York bajo la lluvia” y allí improvisábamos lo que se nos ocurriese. Y cuando le regalé la novela traducida, antes de que regresara a su casa en Berlín, le expliqué que era de mi padre y le  dije “si te inspira y se te ocurre escribir algo para dos guitarras, metele”. Y bueno, Carlo empezó a componer,  fue imaginando que si estaba en Buenos Aires el protagonista le haría falta un bandoneón, si estaba en la fundación de  La Rioja, una vihuela o viola da gamba y así por el estilo, de ese modo fue creciendo el proyecto. Salió una hermosa música que la pudimos presentar en vivo dos o tres veces. Afortunadamente la obra se grabó en disco, la grabación no tiene gran calidad de sonido, pero ahí está para que otros lo hagan mejor algún día. En cuanto al vínculo con mi padre, si influyó en mí… no tengo idea, pero supongo que sí, no en el sentido de que yo haya heredado su talento, su genio, pero si en el sentido de que orientó mis  lecturas cuando yo era chico. No perdí el tiempo leyendo tonterías, iba directamente a leer cosas muy buenas; el me dejaba libertad de leer lo que yo quisiera, por supuesto, pero si me sugería leer un libro, yo iba a leerlo, eso sin duda fue una buena influencia. Y después, éramos compinches totales, fuimos culo y calzón con mi viejo, siempre. No solo fue mi viejo, fue mi mejor amigo mientras estuvo en vida, es un gran premio que gané en la vida haber tenido un padre como él, y una madre como la que aún tengo, que vale oro. Mi hermana también…

Regresaste en diversas ocasiones a la Argentina y La Rioja a dar conciertos, como parte del festival musical  “Guitarras del Mundo” coordinado por Juan Falú. ¿Qué sensaciones te produce volver a la argentina a tocar, tanto desde lo artístico como desde lo humano?

El hecho de poder volver a tocar a la Argentina en reiteradas oportunidades en ese festival, es lo que permitió que yo no me volviese loco, y no lo digo como metáfora ni como chiste. Loco o desequilibrado en todo sentido. Además, yo toco música argentina, así que tocar para el público de allá es muy importante. Sobre todo en lo emocional y lo humano, porque conciertos se pueden dar en todas partes, pero tocar en Argentina es muy importante para mí. Mientras existió ese festival –ahora existe pero virtual, no sabemos si va a seguir – yo me pasaba todo el año pensando en que iba a tocar al año siguiente, cuando volviera. Las sensaciones son muy increíbles…Te cuento de la primera vez que fui: habían pasado como quince años sin poder volver a Argentina. Recuerdo que iba a empezar a tocar una vidala que había escrito; y cuando la puse la mano en un acorde de Mi mayor para empezarla; sentí que me venía como un vómito de tristeza, una cosa muy indescriptible de ganas de  llorar, así que paré y dije “si toco eso no voy a poder, así que mejor me toco cualquier otra cosa, una cumbia, que se yo, algo más alegre”. Esas son las cosas que me produce el festival… Además Ana Villa y Juan Falú son verdaderos próceres, gracias a este festival y ellos pude viajar a la Argentina y tocar por todo el país, conociendo nuevos amigos en cada lugar. Y estar en contacto con generaciones de jóvenes guitarristas. El festival lleva 25 años ya….y a mí me gusta establecer contactos con los  chicos, e ir a visitar los conservatorios que hay en cada lugar. Recuerdo que más de una vez me encontré con algún señor que tocaba muy bien la guitarra y que me dijo “yo a vos te escuché cuando era chiquito”. Esos son los premios más grandes del festival.

Además de vivir en Argentina, España, Francia y Turquía; actuaste y grabaste discos en otros países. De todos estos últimos ¿Hay experiencias o recuerdos que te sean especialmente gratas y que siempre recuerdes, ya sea en lo artístico como en lo humano?

Como yo nunca tuve un manager que me represente – lamentablemente- toqué siempre lo que quise y donde quise, así que mis experiencias siempre han sido muy gratas. Me imagino que la gente que tiene contratos discográficos, está obligado a tocar lo que le piden. Pero al haber hecho las cosas a mi manera, los discos fueron siempre producidos por amigos, que me dan la libertad para hacer lo que quería. De todas las grabaciones que tengo, hay recuerdos muy agradables. Por decirte una: cuando grabamos con Juan Falú el primer disco, “El Sabor de la Tierra”, lo grabamos en el pasillo de la casa de un amigo Ecuatoriano, Patricio Cárdenas. El productor del disco fue Cristóbal Pazmiño, otro ecuatoriano. Él nos dijo que grabemos en lo de Patricio…..y las guitarras estaban con el mango y diapasón para arriba, porque sentados normales chocábamos contra la pared. Entonces medio acomodados como pudimos tocamos…..y me acuerdo que al final de un tema, Juan hace un ruido por que  golpeó contra la pared, tuvimos que rehacer el tema. En otro tema, venía saliendo todo muy lindo, y justo al vecino se le ocurrió ir al baño. Así que salió nuestra guarania con un ruido de aguas, pero no ruido de rio, precisamente. Así que tuvimos que volver a grabar ese tema. Son recuerdos simpáticos y muy lindos. Sucede cuando grabar a pulmón es la única opción que hay, ja ja.

El actual problema de la pandemia por Covid-19 trajo serios problemas económicos y humanos a los artistas argentinos, al privarlos de su posibilidad de actuar ante el público. ¿Cómo viven en Turquía esta situación, también la padecen mucho los músicos y la población en general?

Igual que en todos lados, está todo el mundo en la lona acá, pero si salís y te pillan la multa es muy grande, así que mejor quedarse en la casa y esperar morirse en tu casa de hambre, de desesperación, de tristeza, de odio o de asco. Yo estoy salvado porque soy profesor en el conservatorio y tengo mi sueldo. Pero desde hace un año que no toco nada, ni yo ni nadie.

¿Qué proyectos tienes para tu futuro, en que actividades artísticas o docentes  te gustaría continuar, que lugares te gustaría recorrer o bien a qué lugares regresar?

Justamente estoy grabando cosas, porque no sé qué puede pasar. Además tengo en el dedo meñique de la mano izquierda un problema, se me cayó en ese dedo una maceta hace veinte años, no perdí el dedo de milagro pero el nervio quedó resentido, y cada vez es peor. Más mi artritis, el reuma y todas esas cosas, no sé cuánto tiempo más podré tocar. Así que estoy grabando arreglos, hice veintitrés arreglos de música tradicional o de inspiración popular. De Grecia, Turquía, Argentina, Chile, en fin, unos cuantos países. Cuando puedo, voy al estudio y lo mezclamos y editamos. Y también grabé una suite de Bach, la Suite nº 1 Para Cello, en una transcripción donde intento utilizar procedimientos de ese estilo que ya nadie usa ni toca. Para que por lo menos exista una grabación de ese tema tocado diferente. No es mi intención que guste, más bien mi intención que sea para guitarristas que viven escuchando a Segovia y solo a Segovia y más Segovia, que  al menos digan “¿Qué carajo hace este boludo?”. Y si son curiosos,  que investiguen y lean las partituras, que las escribí con todas las fuentes de los libros que he citado. En cuanto a viajar, me gustaría visitar algunas regiones de Turquía, como Göbelkiteple, una ciudad muy antigua que según algunos libros tiene varios miles de años. Y procurar tener salud y estar un tiempo más en este mundo.

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